12
Nov
09

Entrevista // Alirio Palacios, grabador, pintor y escultor

«El grabado es muy importante para todos los artistas. Es una fuente de fuerza para la pintura y la escultura»

El artista presenta un total de 130 grabados. Una antología cronológica que muestra la educación que aprendió en China, Polonia y Suiza (Nicola Rocco)

A Alirio Palacios (Volcán, Tucupita, 1938) no le sorprende su trabajo. Nada, en lo más mínimo. No le quita la respiración ver esas inmensas esculturas de caballos -y muy pronto árboles-que ha hecho en metal, mucho menos los cuadros y grabados de más de dos metros. ¡No, no le sorprende! Para el ganador,  del Premio Nacional de Artes Plásticas en 1978, sencillamente es algo normal. E incluso su humildad lo empuja a decir: «Me gustaría que me sorprendieran». Pues, entonces ¿qué le sorprende a este gran hombre de las artes? El color de las plumas de los pájaros o el de las flores. La vida misma.

«¿Quién hace esos colores? ¿Quién se los colocaba? Es un color que el sol no ataca. El sol se come cualquier pintura, la borra. Pero a una pluma de pájaro no le hace nada. ¡Nada! Eso es lo que me sorprende: la vida. ¡Es muy difícil! ¿O quién le pone el color a las flores tan bellas? Es una composición bien organizada. Hay unas leyes del hombre, pero yo no creo en eso. Yo creo en algo más poderoso, porque hay una cosa detrás de eso que no entiendo. Todo es perfecto, más que un pintor. Eso me sorprende más que lo que hago», dice quien presenta el próximo domingo la antología Alirio Palacios. 50 años de grabado, en la Galería Arte Ascaso.

Son 130 grabados que ocupan las tres salas de la galería. Grabados en distintos formatos, desde los más pequeños realizados en Suiza hasta los más grandes, en los que utilizó la técnica china. Una cronología. Su niña consentida, lo sabe, lo reconoce y no lo oculta.

-¿Se trataba de una exposición que iba a presentar en el Museo de la Estampa y del Diseño Carlos Cruz-Diez?

-Sí. Se iba a realizar desde hace como tres o cuatro años. No sé por qué esperaron tanto. Yo me enfermé, me recuperé y aún no lo hacían. Pregunté y no me dieron respuesta. Por eso decidí llevarme mis obras de allí y montarlas aquí. Eran 400 grabados, pero en la galería solamente caben 130. Lamentablemente, ellos no pudieron responder en el momento. Me hubiera gustado hacerla allí para ver la respuesta de la gente del museo.

-¿Es el grabado su niña consentida, de dónde salió su pintura y sus grandes caballos?

-(Risa) El grabado es muy importante para todos los artistas. Es una fuente de fuerza para la pintura y la escultura. Es un refuerzo espiritual de la línea en blanco y negro. Picasso, Goya, fueron grabadores. Yo seguí esa escuela de grandes maestros. El dibujo coge mucha fuerza allí, porque es la línea, es el blanco y negro. Los chinos decían: ‘Dame el color, dame el negro’. Ven el negro como fuente de trabajo de un artista. El negro es mi fuente de trabajo. Refuerza la otra parte creativa de las artes.

-La exposición es una cronología, ¿cómo la dividió?

En la primera sala (piso 3), están los primeros grabados. son pocos, porque algunos ya no los conservo. Se basa en mi educación china, no como grabador. Es hacer la placa y luego imprimirla a base de agua y tinta. Sin máquina. Eso es muy bello y muy importante. Tiene para mí un valor fundamental. Me fui a Varsovia y me eduqué en el metal, para hacer el aguafuerte, el aguatinta, la punta seca y litografía. En la segunda (piso 2), son unos grabados hechos en Suiza y Cracovia. Allí aprendí una técnica olvidada: mezzotinta. Se preparaba la placa de cobre bruñida con negro para poder sacar el blanco. Son más pequeños, porque vivía en un cuadro pequeñito y también la técnica era muy difícil. Y en la tercera sala (piso 1), ya es la grandeza de los grabados hechos con la técnica china. Todo a base de agua. Verán las planchas al lado del grabado.

Dubraska Falcón 

 El Universal


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